En su disposición, el ladrillo exterior dibuja figuras geométricas jugando con volúmenes y texturas e imitando al ladrillo existente en el remate superior de la fachada de la Iglesia de San Adrián y Santa Natalia. También la imagen del Picuezo y la Picueza, con su estratificación inclinada de la piedra erosionada, recuerda a las geometrías recurrentes del arte mudéjar.
Junto a la fachada principal se integra una antigua chimenea industrial, también de ladrillo.
La fachada mezcla este ladrillo con aluminio y cristal.
La fusión perfecta entre fotografía y arquitectura, en un espacio donde vacío, silencio y sonido adquieren todo su potencial.